El Salvador, Guatemala y Honduras han recibido más de 22.700 millones en remesas en 2025

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El Salvador, Guatemala y Honduras sumaron en conjunto más de 22.700 millones de dólares en remesas familiares durante el primer semestre de 2025. Este notable crecimiento respecto al mismo periodo de 2024 constituye un respaldo económico indispensable para millones de hogares en los tres países.

Las estadísticas oficiales, preparadas por entidades multilaterales especializadas, muestran un aumento de más de 3.700 millones de dólares comparado con los 19.000 millones registrados el año anterior. Guatemala encabezó la captación con cerca de 12.100 millones, seguido por Honduras con alrededor de 5.800 millones, y El Salvador con unos 4.800 millones. Los incrementos anuales fueron notables: El Salvador presentó un crecimiento cercano al 18 %, Guatemala alrededor del 18 % y Honduras más del 25 %.

Este flujo creciente apunta a una mayor dependencia de las remesas como fuente de ingreso nacional y un respaldo clave frente a las dificultades económicas que enfrentan estos países. En Guatemala, estas cantidades son fundamentales para el bienestar de millones de familias que dependen de estos envíos para cubrir gastos esenciales como alimentación, educación, salud y vivienda. Honduras, por su parte, registra que casi un cuarto de su producto interno bruto proviene de estas transferencias, subrayando su importancia estructural en la economía.

En El Salvador, las remesas representan un motor vital, ya que buena parte proviene de una diáspora establecida en Estados Unidos. Más de dos millones de salvadoreños residentes en ese país envían fondos que sostienen el consumo de servicios y, por extensión, la demanda interna en su país de origen. Este apoyo financiero ha contribuido a sostener el aparato productivo en un contexto de crecimiento económico moderado.

Los expertos en economía están de acuerdo en que el continuo incremento de las remesas en 2025 no solo evidencia la estabilidad constante de estas transacciones, sino también la capacidad de adaptación de las economías familiares frente a trastornos externos. Adicionalmente, este fenómeno proporciona una oportunidad para estudiar los efectos a largo plazo: de qué manera estos ingresos influyen en los hábitos de consumo y ahorro, y si su enfoque en ciertos sectores podría alterar las dinámicas de inversión local.

El origen de este fortalecimiento se encuentra en una migración persistente y creciente hacia Estados Unidos. Familias enteras, o personas que emigraron en busca de mejores oportunidades, mantienen el vínculo con sus comunidades de origen mediante envíos regulares. A pesar de los desafíos en materia migratoria y regulaciones más estrictas, el flujo no solo se mantiene, sino que crece.

Este panorama también plantea interrogantes sobre sostenibilidad económica. Países como Guatemala, El Salvador y Honduras deben combinar estos ingresos con políticas públicas que fortalezcan el empleo local, promuevan la diversificación productiva y reduzcan la alta dependencia de remesas como fuente primaria de ingreso.

Por Patricia Domínguez Guerrero

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